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Aquí  os presento el cuento “El príncipe de Ludimar”. Trata de un principito que no quiere ser príncipe porque sueña con llevar la vida de un niño normal.
El cuento termina con un interrogante que deberá de ser contestado por vuestro hijo/a, el cual, formará parte de este cuento, de sus protagonistas y de las demás partes que iré escribiendo.

Con esta forma de hacer partícipes a vuestros hijos, no solo se divertirán imaginando sino que también les estimulará a leer, ya que, ellos pueden ser quien inventen alguna que otra aventura de nuestro príncipe.

La respuesta de vuestro hijo/a me la podréis enviar en forma de comentario, acordaros de ponerme el nombre de vuestro hijo/a. Cuando tenga varias respuestas las expondré y entre todos elegiremos la que más nos gusté, para así continuar con nuestro cuento.

“Siempre hay un buen momento para compartir mi imaginación con los niños y niñas del mundo. Comparte y serás más feliz”.

Gracias anticipadas por vuestra imaginación.

«EL PRINCIPE DE LUDIMAR»

Todos los niños sueñan alguna vez con ser un príncipe para poder montar a caballo y llevar una espada enorme, pero no todos los príncipes sueñan en ser príncipes, hay algunos que sueñan con ser niños y poder ir al colegio, jugar al futbol y pisar charcos cuando llueve.

Y nuestro pequeño príncipe es uno de ellos, por eso siempre está pensando en cómo saltarse las normas de palacio y poder hacer cosas de niños normales.

Nuestro príncipe se llama Fernando y  tiene 8 años. Nació en un pequeño reino llamado Ludimar y ya desde bebé estaba enfadado por haber nacido con sangre real.

La reina nunca sabía porque su bebé lloraba tanto y eso le tenía preocupada. Solo se callaba y sonreía cuando le quitaba el chupete de oro y la ropa de encajes, solo cuando su principillo estaba en pañales y sentado en la alfombra, era cuando se reía a carcajadas. Y es que ya de recién nacido le molestaba llevar un chupete de oro y ropas bordadas.

A medida que iba creciendo, más hacía enfadar al rey y a la reina.

Con 5 años se escapo corriendo de una cena importantísima en la que se juntaban  todos los reinos cercanos para hablar de cosas reales. En esta cena Fernando aprovecho para pintar todas las capas  aterciopeladas de los reyes con acuarelas difíciles de limpiar.

Cuando lo descubrieron salió corriendo y él mismo se metió en los calabozos, lugar que ya había hecho suyo y donde estaba su monstruo imaginario “Don Pepé”.

Don Pepé era un monstruito de pequeña estatura, unos cincuenta centímetros. Era peludo pero guapo para ser un monstruo, no sabía asustar pero tenía un rasgo del que todos huirían y al que a todos volvería loco, pues no dejaba de hablar y hablar y preguntar y hablar, hablar, hablarrr, no había manera de hacerlo callar… era monstruosamente pesado.

A Fernando le encantaba bajar a los calabozos e inventarse personajes que le hicieran jugar y disfrutar como los niños normales y Don Pepé le encantaba, ya que con él se apuntaba en una libreta todas las preguntas que le haría a un niño si pudiera salir a la calle.

Nuestro príncipe de 8 años, no podía salir de los jardines de palacio. Sus padres le habían construido una pequeña ciudad que tenía de todo, un cine, un zoo, un circo, una piscina, una bolera, un parque con numerosos columpios hasta una feria con una gigantesca noria, pero ¡claro! No tenía amigos con quien disfrutarla, ya que los otros niños que iban con él al colegio real, eran muy aburridos y no hacían más que estudiar para ser los mejores príncipes -reyes del mundo.

Una tarde el rey lo mando llamar y Fernando acudió para ver que le quería decir.

–     Hola hijo.

–     Hola papá!, Qué quieres?

–     Tengo un regalo para ti. Mira, abre este paquete.

*¿Qué puede contener este paquete?

Echarle imaginación y contarme.

Etiquetas: cuentos infantiles

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